Las fotografías de Carlos Pérez Morales juegan con lo cotidiano desde una perspectiva inesperada. A simple vista, pueden parecer exageradas o incluso absurdas: escenas mínimas con un punto de rareza, objetos fuera de contexto, colores llamativos o gestos congelados en momentos incómodos.
Frente al aluvión de imágenes que idealizan o simplifican la realidad, Carlos responde con ironía, cercanía y sentido crítico. Sus fotografías no explican, insinúan. No ridiculizan, pero tampoco suavizan. Aceptan las excentricidades y dan valor a los márgenes, a lo que no suele llamar la atención.
Son imágenes accesibles y comprensibles, pero que dejan una huella. Después de verlas, es fácil empezar a descubrirlas en la vida diaria: en una espera absurda, en una combinación de colores imposible, en un gesto familiar. Y en ese reconocimiento hay una forma de liberación: Una invitación a mirarnos con algo más de distancia, y un poco menos de seriedad.
Ramón Gómez de la Serna
Pero detrás de cada imagen hay una observación aguda de lo que somos, lo que mostramos y lo que valoramos.